12 agosto, 2008

HISTORIAS DE JAÉN DEL SIGLO XVI.

en la muy noble y leal ciudad de Alcaudete

Puede ser que interese a vuesas mercedes algunas de las noticias que ocurrían en el Jaén de mi niñez y de mi edad adulta, así es posible que cambien la idea que puedan tener de esas épocas.
Sepan sus señorías, por ejemplo, que Jaén era en el siglo XVI una de las cuarenta ciudades con más importancia en Europa y además era, entre una veintena de poblaciones del Reino de Castilla, una de las que tenía voto en las Cortes. También es curioso saber que la Diócesis de Jaén, tenia entre los veinte mil y cincuenta mil ducados de rentas siendo una de las más ricas de España.
El Cabildo Municipal, en la sesión que celebró el día de 13 de junio de 1548, prohibió el juego de las cartas, y el de la pelota, "ni otro juego ninguno" en las casas capitulares. Parece ser que las dependencias del Concejo eran usadas para todo tipo de diversiones y jolgorios. El acuerdo adoptado era de lo más absurdo ya que se prohibían los juegos de pelota, siendo el portero el encargado de este cumplimiento bajo amenaza de suspenderle el sueldo durante todo un año, pero por el contrario se permitía el resto de juegos y entretenimientos si en ellos participaba algún miembro del Cabildo, y siempre que éstos se llevaran a cabo en la planta baja.



Allá por los primeros días del mes de junio de 1569 el prior y beneficiados de la iglesia de San Bartolomé le pidieron al Cabildo Municipal que se “cegara y condenara” el postigo de la muralla que se encontraba junto al dicho templo. Alegaban para ello que el postigo “está de contino rodeado de mucha inmundicia e podredumbre, perros muertos y otros animales, y que el mal olor que sale de la dicha callejuela que se extiende a las puertas principales de la dicha iglesia, que muchas veces no se puede estar, ni entrar ni salir por ellas sin ser ofendidas las personas del dicho mal olor”. Y para afianzar la queja, alegaban que el lugar se había convertido en una zona de mucho peligro, ya que, “es ocasión de muertes por ser de paso escondido y muy oscuro”. El Concejo ante dichas denuncias, mandó tapiar el acceso a la callejuela, aunque unos meses más tarde, algún inconsciente derribó la tapia.
Otro de los mandatos que hizo el Cabildo Municipal allá por el año de Nuestro Señor de 1577, fue prohibir la venta de pasteles y mantequilla por las calles los días festivos, hasta que terminara la misa de la mañana. Si tal hacían los vendedores, se les castigaría con multa de seiscientos maravedíes.
Se da el caso de que los miembros del Concejo de Jaén no solían acudir casi nunca a las sesiones del Cabildo. Sólo había unas fechas determinadas del año en que estaban presentes todos: y estos eran los días en que se sorteaban los balcones de la plaza de Santa María o los de la plaza del Mercado para asistir a las corridas de toros.


Allá por la última quincena de julio de 1588, el Cabildo Eclesiástico celebró una procesión para rogar por la victoria de la Armada Invencible sobre la flota inglesa. Salió a las cinco de la tarde del Convento de Santo Domingo, y se dirigió a la plaza de Santa María, con la Virgen del Rosario y montones de vecinos con todos los miembros del Cabildo Municipal.
A las postrimerías del siglo XVI el olivar no era uno de los cultivos más apreciados en Jaén. Se podría decir que era un cultivo sin interés. Eso se desprende de la lectura de un acuerdo tomado por el Concejo el 15 de enero de 1596, cuando se da un toque de atención por el peligro que tendría el arranque de olivos sin ton ni son. Denunciaba así: "(...) de la desorden grande que hay en sacar los olivares de raíz y que se hace ya con tanta libertad y exceso que en las plazas públicas donde se vende la leña es la mayor parte de olivas, siendo esto en tan grande daño de la República y rentas reales de Su Majestad (...)".
Otra cosa que resultará curiosa a vuesas mercedes es que el Concejo de Jaén acordó, en la sesión que celebró el 5 de mayo de 1600, prohibir la venta de habas verdes por creer que este alimento podría causar la enfermedad mortal de la peste. Para obligar al cumplimiento de esta norma, se dictó una pena de doscientos azotes a todo aquel que se atrevieran a venderlas.
Allá por 1609 el Cabildo Municipal acordó hacer un balcón en el lateral de muralla situada en la plaza de Santa María para que los miembros del Ayuntamiento y del Cabildo Eclesiástico pudieran ver desde ahí las corridas de toros, quedando de este modo libre la lonja "(...) para evitar los ataques de los toros a caballos y hombres (...)". (Sépase que por aquel entonces no había plaza de toros permanente).


Don Melchor de Soria y Vera (1558-1643), clérigo de la ciudad, ordenó en 1614, (con el orden sacerdotal), a Lope de Vega. Exigiéndole que para ello se cortase el bigote, dejándolo rasurado del todo. Como así lo relató el poeta en una de sus cartas:
"(...) Llegué a Toledo, presenté mis dimisorias al de Troya, que así se llamaba el Obispo, y diome Epístola para que V. E. sepa que ya me voy acercando a capellán suyo. Y sería de ver cuán a propósito ha sido el título, pues sólo por Troya podría ordenarse hombre de tantos sucedidos, mas tan cruel como si hubiese sido el que metió el caballo en ella, porque me riñó porque llevaba bigotes, y con esta justa desesperación yo me los hice quitar, de suerte que dudo que V. E. me reconozca, aunque no me atreveré a volver a Madrid tan rapado (...)".
Por último, sepan sus señorías que para colonizar las Indias, durante todo el siglo XVI, unos siete mil quinientos habitantes de Jaén cruzaron los mares para tal menester.


Pórtense bien y no den lugar a que me den las quejas, ya que luego "menríto" y eso da lugar a regañinas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustaría conocer más historias sobre mi pueblo, aunque por caprichos del destino sea ya forastera en mi tierra.